Sobre Nietzsche se ha escrito mucho porque es muy fácil hacerlo, seleccionar tal o cual pasaje de su obra y construir una argumentación brillante (yo lo intenté alguna vez sin éxito con su Segunda intempestiva). ¡Y qué si en otro párrafo de ese mismo libro -o de otro- expresa justamente lo contrario! Lo bueno de Nietzsche, sincerémonos, es que te permite picar un poco de aquí y otro poco de allá. ¿Será este self-service la raíz de lo que mi admirado Savater llamó “pensamiento asistemático”?
No voy a negar el mérito que tiene aspirar a “pensar fuera de la razón vigente“, pero espero que tampoco nadie niegue la contradicción que supone estudiar a Nietzsche como se estudia a Kant, inserto en un plan de estudios, cabalmente resumidos en él los cinco ítems básicos sobre su pensamiento. Pero si he traído a Nietzsche hoy no es para denunciar lo mal que tratan los manuales a ciertos autores, sino por ser el último ejemplo de filósofo-poeta.
Filósofo-poeta
No pienso que sea cierto en el siglo XXI que, como escribió Unamuno, la verdadera filosofía se acuesta más del lado de la poesía que del de la ciencia. Aunque sí que considero que la raíz del pensamiento de Nietzsche es más poética que filosófica, y que su intento de expresar parcialmente en verso lo prohibido es una actitud provocadora y originalísima.
La poesía del autor de Ecce Homo no defrauda por lo mismo que no defrauda su prosa, y molesta por razones igualmente parecidas. Entre sus méritos: su profundo desdén por las convenciones establecidas, su afán por pensar a contracorriente, por resultar desgarrador y desasosegante y verdaderamente radical. Entre sus deméritos, aparte del deliberado oscurantismo, el tono oracular, como de “pastiche bíblico”, que le adjudica el gran Sebreli.
NOTA 1: He seleccionado tres poemas breves del filósofo. No sé si son los tres mejores o los más representativos, pero quizá os ayuden a haceros una idea de su poesía, tan autobiográfica como todo lo que escribió. Si queréis leer más, la magnífica editorial Trotta publicó en 2008 su poesía completa (1869 – 1888).
NOTA2: La traducción no me convence mucho, pero después de escribir el post me di cuenta de que no tenía a mano el libro de Trotta, y tuve que recurrir de urgencia a Internet. Perdonadme.
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